Hay lugares que parecen nacidos para el encuentro. Riaza es uno de ellos. Situada en la falda norte de la Sierra de Ayllón, esta villa segoviana combina la calma de un pueblo de montaña con la fuerza de la historia y la belleza natural de su entorno.

Declarada Conjunto Histórico-Artístico, Riaza es parada obligatoria en la ruta de los Pueblos Rojos y Negros, una tierra donde la arquitectura habla el idioma de la arcilla, la pizarra y la piedra. Aquí, la vida se detiene para regalar al viajero el sabor de lo auténtico.

Los orígenes de Riaza se remontan a la repoblación medieval, cuando fue punto estratégico en las rutas entre Segovia y la meseta norte. Su nombre proviene del río Riaza, que discurre cercano y que durante siglos alimentó la vida agrícola y ganadera de la comarca.

El pasado de Riaza es el de una villa que supo crecer con las estaciones, resguardada por las montañas y fortalecida por el comercio de sus ferias. Su Plaza Mayor, todavía hoy, es testigo de ese tiempo en que los pueblos se reunían bajo el sol y el polvo de los mercados.

1. Plaza Mayor

El corazón del pueblo. Porticada, circular y abierta, se convierte en escenario de fiestas, ferias y corridas de toros. Sentarse en una de sus terrazas es sumergirse en la vida cotidiana de Riaza.

2. Iglesia de Nuestra Señora del Manto

Templo barroco del siglo XVIII que guarda en su interior retablos y tallas de gran valor. Su torre se alza como faro espiritual de la villa.

3. Casa Consistorial

Edificio señorial que preside la Plaza Mayor, ejemplo de la arquitectura civil castellana.

4. Paseo por las calles empedradas

El encanto de Riaza se descubre caminando: casas de piedra rojiza, balcones de madera, rincones donde el tiempo parece haberse detenido.

5. Museo de los Pueblos Rojos y Negros

Un espacio imprescindible para comprender la peculiar arquitectura de la zona y su vinculación con la tierra y la minería.

6. Entorno natural

El Parque Natural de la Sierra Norte de Guadarrama y la estación de esquí de La Pinilla hacen de Riaza un punto de partida ideal para senderismo, rutas en bicicleta o deportes de invierno.

Cuando cae la tarde, las luces se encienden en la Plaza Mayor y el murmullo de las tabernas llena el aire. La calma se mezcla con la conversación, y caminar bajo las farolas es sentir la hospitalidad de un pueblo que acoge sin prisas. La noche en Riaza tiene algo de íntimo, como si el pueblo se recogiera en sí mismo para regalar al viajero su mejor cara.

Riaza sabe a montaña: judiones de la sierra, asados de cordero y cabrito, chorizos y morcillas artesanas. Los restaurantes ofrecen esa cocina castellana que reconforta el cuerpo y el alma. Y como en todo buen viaje segoviano, el vino acompaña, cálido y sincero.

• Pueblos Rojos y Negros → Villacorta, Madriguera y Becerril, ejemplos vivos de la arquitectura popular hecha con arcilla y pizarra.
• Hoces del río Riaza → un paraíso natural de cañones, aves rapaces y senderos espectaculares.
• La Pinilla → estación de esquí y rutas de montaña.
• Ayllón → villa medieval cercana, también Conjunto Histórico-Artístico.