La Concha es esa curva perfecta entre el viaje y el paraíso

Hay lugares que no necesitan presentación, pero sí vivencias. Para mí, la Playa de La Concha es mucho más que un icono de San Sebastián, es un refugio, un escenario perfecto donde el mar, la arquitectura y la calma se funden con una elegancia que pocas ciudades pueden igualar. He caminado por su paseo marítimo al amanecer, con la bahía aún dormida y las farolas encendidas. He sentido la brisa atlántica en la cara mientras el Monte Igueldo despuntaba al fondo. Y también he vuelto una y otra vez, porque La Concha tiene ese algo que te atrapa.

¿Qué la hace tan especial?

Situada en pleno centro de Donosti, esta playa urbana sorprende por su forma perfectamente curvada, como una concha natural que abraza el agua turquesa del Cantábrico. Desde cualquier punto, la vista es de postal: el Islote de Santa Clara, los montes Urgull e Igueldo, y la barandilla blanca que la bordea como una joya.

A diferencia de otras playas, aquí no hay estridencias. Todo es delicado, armonioso, elegante. La arena fina, el ambiente tranquilo, los veleros balanceándose en la bahía… La Concha es sinónimo de buen gusto.

Momentos inolvidables

• Pasear en invierno, cuando la ciudad se vuelve más íntima y la playa se vacía, tiene un encanto poético.
• Al atardecer, cuando el cielo se tiñe de rosa y dorado, sentarte en el muro del paseo es una de esas pequeñas cosas que se quedan grabadas para siempre.
• Bañarse en verano, con vistas a los palacetes que rodean la bahía, es una experiencia de lujo natural.