Hay lugares que no se buscan, se encuentran por suerte. Y eso me pasó con Peña Sagra, un rincón escondido en el pequeño pueblo de Cahecho, a medio camino entre Potes y los Picos de Europa, donde el silencio suena a libertad y las montañas lo abrazan todo.

Llegar a Cahecho ya es parte del viaje: una carretera estrecha, que serpentea entre bosques y praderas, te va preparando para el premio final. Y ahí, como salido de un cuento rural, te espera Peña Sagra, con sus casas de piedra, balcones de madera y ese olor a leña que lo inunda todo.

Las viviendas están perfectamente equipadas, con cocina, salón con chimenea, baño completo y habitaciones con vistas que cortan el aliento. Yo estuve en una casita con terraza orientada al sur, y te juro que ver el atardecer sobre la Peña Labra fue uno de esos momentos que se quedan grabados.

Es un lugar perfecto para descansar, leer, caminar o simplemente dejar que el tiempo pase despacio. Desde el mismo alojamiento puedes iniciar rutas de senderismo o visitar pueblos cercanos como Potes, Mogrovejo o Fuente Dé. Y por la noche, prepárate para uno de los cielos más estrellados que he visto en mucho tiempo.

Los anfitriones son encantadores y siempre dispuestos a recomendarte rutas, restaurantes y rincones poco conocidos. Se nota que este es un proyecto con cariño, pensado para quienes valoran lo auténtico.

⭐ MI RECOMENDACIÓN

Si buscas una escapada rural auténtica, lejos del ruido y cerca de lo esencial, Peña Sagra es ese lugar. Ideal para ir en pareja, con amigos o en familia, y disfrutar de la Cantabria más salvaje y tranquila.

Qué ver cerca

• Potes (a 15 min): calles empedradas, buen ambiente y gastronomía local.
• Teleférico de Fuente Dé (30 min): sube hasta el corazón de los Picos.
• Mogrovejo: uno de los pueblos más bonitos de la comarca.
• Rutas por Peña Sagra o al Collado de Llesba.