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El cementerio más melancólico del mundo
Necroturismo o turismo en los cementerios. Hay quienes piensan que los cementerios son lugares oscuros, espacios para el silencio impuesto o la tristeza. Para mí, en cambio, siempre han sido todo lo contrario, refugios de calma. Me gusta visitarlos porque en ellos el tiempo se detiene. No hay prisas, no hay ruido, solo el murmullo del viento entre las piedras y el lenguaje secreto de las flores frescas o marchitas. Entre lápidas y cruces encuentro una serenidad difícil de hallar en otros rincones del mundo. Caminar por un cementerio es, en cierto modo, un viaje íntimo: un recordatorio de lo frágiles que somos y, a la vez, de lo infinito que resulta el recuerdo. No los visito con tristeza, sino con gratitud: allí, entre muros gastados por la historia, me siento acompañada por una paz serena, como si el alma también encontrara un banco donde descansar. Por eso, cuando viajo, me gusta acercarme a estos lugares. Porque cada cementerio habla de la vida tanto como de la muerte; porque en ellos se custodian historias, memorias y silencios que también forman parte de la identidad de un pueblo. Y entre todos, hay uno que guarda una melancolía luminosa imposible de olvidar: las Ruinas de Santa Mariña de Dozo, en Cambados, quizás el cementerio más hermoso y poético que haya visto nunca.
Un encuentro con la melancolía y la belleza
Al llegar a Santa Mariña, lo primero que sorprende es el diálogo entre piedra y naturaleza. La iglesia gótica, hoy convertida en ruina, parece más viva que nunca, los muros derruidos se alzan como testigos del tiempo, y entre ellos crecen hierbas y líquenes que suavizan la dureza de la piedra.



El cementerio se despliega entre los restos del templo, y uno no puede evitar pensar que aquí la muerte no es fin, sino continuidad. Las tumbas se mezclan con los arcos apuntados, como si el recuerdo de los que ya no están encontrara cobijo en un santuario abierto al cielo.
Historia en ruinas, memoria intacta
La iglesia de Santa Mariña fue construida en el siglo XV, bajo el patrocinio de la familia Soutomaior. Con el paso de los siglos, su deterioro la convirtió en un templo en ruinas, hasta que se decidió transformar el espacio en cementerio. Desde entonces, las lápidas conviven con las arcadas góticas, creando uno de los lugares más singulares de Galicia.

No es casual que Álvaro Cunqueiro lo llamara “el cementerio más melancólico del mundo”. En su silencio se escuchan ecos de plegarias, y cada piedra parece guardar la memoria de quienes descansan allí.










El paseo entre las tumbas
Caminar entre las ruinas es dejarse envolver por una atmósfera que es a la vez solemne y acogedora. No hay pesadumbre, sino una especie de ternura callada. El sol entra a través de los muros rotos, y las sombras dibujan geometrías que cambian con la hora del día.
En cada rincón, el visitante siente que el pasado sigue respirando: en las inscripciones borrosas, en los cruceiros que vigilan discretos, en las flores que alguien dejó con cuidado sobre una lápida gastada.


Una lección de eternidad
Visitar Santa Mariña de Dozo es aprender que la muerte puede ser contemplada con calma, sin miedo. Que hay lugares donde el final se convierte en un inicio distinto, donde la memoria se eleva y se funde con el paisaje.

Al salir, uno no lleva tristeza, sino una sensación de gratitud y de pertenencia: a la historia, al tiempo, a la belleza que también habita en la melancolía.
Guía práctica para visitar Santa Mariña de Dozo
Ubicación
Las ruinas se encuentran en lo alto de Cambados (Pontevedra). Desde el casco histórico se llega caminando en apenas 10 minutos, subiendo por calles empedradas que ya preparan el alma para lo que viene.
Horarios y acceso
La entrada es libre y gratuita durante todo el año. El cementerio está siempre abierto, lo que permite visitarlo tanto de día como al atardecer, cuando la luz lo convierte en un escenario casi irreal.
Qué ver y hacer en los alrededores
- Casco histórico de Cambados: con sus pazos, calles empedradas y plazas llenas de vida.
- Pazo de Fefiñáns: una joya del Renacimiento gallego, imprescindible para los amantes de la arquitectura y el vino albariño.
- Paseo marítimo: ideal para contemplar la ría de Arousa y los atardeceres de fuego que la bañan.
Gastronomía
Cambados es la capital del albariño y un paraíso para los amantes del marisco fresco. No hace falta recomendar nombres: basta con dejarse llevar por las tabernas y restaurantes del casco antiguo.
Cómo llegar
- Moto / coche: Cambados está a 25 km de Pontevedra y a unos 60 km de Santiago de Compostela.
- Moto (recomendado): puedes recorrer la costa por carreteras secundarias con vistas al mar, mucho más bellas que la autovía.
- Transporte público: hay autobuses desde Pontevedra y Santiago que conectan con Cambados.
- Una vez allí, lo mejor es apartar la moto en la parte baja del casco antiguo y caminar hasta las ruinas.
PlanIfica tu ruta
MAPA– Qué ver y hacer en Cambados
Cómo llegar a Santa Mariña de Dozo
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