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En los archivos antiguos de Galicia aparecen menciones a las meigas y brujas perseguidas desde el siglo XVII, cuando los rumores de hechicería se mezclaban con la vida cotidiana de los pueblos marineros. En Pontevedra, y muy cerca de Combarro, existen referencias a mujeres acusadas de “maleficios” y “conjuros de mar”, recogidas en documentos inquisitoriales de finales del siglo XVII y principios del XVIII. Eran tiempos en los que la superstición convivía con la religión, y cualquier mujer que conociera remedios con hierbas, que supiera leer el viento o que tuviera un carácter demasiado libre, podía ser señalada como bruja.

Con ese trasfondo histórico, caminar hoy por Combarro es mucho más que visitar uno de los pueblos más bonitos de España, es adentrarse en un escenario donde la historia documentada se funde con la leyenda viva.
La leyenda de Aldara y Xoán
La leyenda romántica más popular habla de Aldara, una meiga buena que se enamoró de un marinero portugués llamado Xoán. Su amor secreto encontró refugio entre los hórreos, hasta que él desapareció en el mar, quizás atrapado por una maldición. Se dice que en noches de niebla aún se ve su silueta, esperándolo junto al agua. Una historia de amor y pérdida que refuerza la sensación de que, en Combarro, el mar no solo da vida, también guarda secretos insondables.

Calles con alma y piedra con memoria
Sus calles empedradas, el murmullo del mar y las siluetas de los hórreos mirando a la ría crean una atmósfera que invita a imaginar. Cuentan que aquí vivieron mujeres sabias, curanderas, conocedoras de mareas y de la fuerza de la luna. Las llamaban meigas. Unas eran buscadas para sanar, otras temidas por su supuesto poder de provocar desgracias.

Al avanzar entre hórreos y cruceiros, siento que las piedras de Combarro guardan secretos. Dicen que bajo la luz de la luna, las meigas se reunían en silencio a orillas del mar, que hablaban con el viento y que sabían proteger —o castigar— a los marineros. Los cruceiros, que hoy nos parecen piezas de arte popular, fueron en muchos casos levantados como defensa contra esas fuerzas oscuras que el pueblo temía y respetaba.
Entre superstición y fe
El pequeño puerto, con sus barcas de madera, es testigo de esas historias. Imagino a las mujeres señaladas por los rumores, al murmullo de los vecinos y a la mezcla de fascinación y miedo que despertaban. Y aunque la Inquisición dejó huella en toda Galicia, aquí la leyenda sobrevivió, transmitida de boca en boca hasta hoy.
Lo más hermoso es que Combarro no reniega de esa herencia mágica, la asume como parte de su identidad. Entre su tradición marinera y su devoción católica, todavía late la certeza de que las meigas forman parte del alma del pueblo.

La magia permanece
Y lo cierto es que, al caer la noche, mientras el mar golpea suavemente la orilla y el viento recorre las callejuelas, uno puede sentir que las brujas siguen aquí. Invisibles, quizás, pero presentes en el silencio de las piedras y en la mirada atenta de los hórreos que custodian la ría.
Combarro no es solo pintoresco ni encantador, es también un lugar donde la belleza se mezcla con lo misterioso, donde la historia documentada se confunde con la leyenda, y donde aún hoy se dice que las brujas nunca se fueron del todo.
Porque en Combarro, entre el mar y la piedra, aún late la magia de lo oculto.
Preguntas y curiosidades sobre Combarro
¿Por qué los cruceiros miran al mar y a la tierra?
En Combarro, los cruceiros suelen situarse en los cruces de caminos o en las plazas. Curiosamente, muchos están orientados: la figura de Cristo mira hacia la tierra, protegiendo a sus habitantes, mientras que la Virgen da la espalda a la tierra y mira al mar, cuidando a los marineros que se lanzaban a faenar.
¿Qué hace únicos a los hórreos de Combarro?
Combarro conserva más de 60 hórreos, muchos alineados junto a la ría. Son almacenes de piedra y madera elevados sobre pilares que evitaban la humedad y los roedores. Aquí no solo servían para guardar maíz, sino también como símbolo de prosperidad familiar.
¿Qué relación tiene Combarro con las brujas?
Se cree que las meigas de la zona usaban hierbas de los montes cercanos y aprovechaban su conocimiento del mar y las mareas para preparar conjuros. La mezcla de superstición y tradición oral hizo que Combarro quedara asociado para siempre a la brujería.
¿Por qué dicen que en Combarro “las brujas nunca se fueron”?
Porque todavía hoy hay quien asegura haber visto luces extrañas junto a la ría en noches de niebla, o escuchar susurros en las callejuelas cuando la luna llena ilumina los hórreos. Una forma poética de decir que el misterio sigue vivo en el alma del pueblo.
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