Cudillero, Asturias – Entre brumas y cantos del mar

Hoy no había sol.
El cielo parecía dormido y la luz se filtraba como un suspiro entre las nubes. Comenzaban a bajar las brumas del norte, suaves, envolventes, como si la mar quisiera arroparse con ellas antes de dormir.

Llegar a Concha de Artedo es ya parte del ritual. La senda que conduce a la playa se abre paso entre helechos, árboles y tierra mojada, como si el bosque quisiera acompañarte un trecho más. No hay ruido de coches, ni voces altas, solo el crujido leve de tus pasos y el canto de algún pájaro escondido. Al fondo, se escucha el mar como un eco antiguo que llama.

La marea alta esconde la arena. Es un lecho de cantos rodados, redondos, pulidos por siglos de mareas. Cada ola los mueve, los acaricia, los despierta, y juntos crean una música única, como el tintineo de un millar de campanas secretas. Me senté sobre una piedra grande, abrigada por el silencio y el rumor de las olas. Cerré los ojos.

El viento traía olor a sal y a leña húmeda.
Y mientras el sol no llegaba, los recuerdos sí.

Recordé otros viajes, otras orillas, otras versiones de mí. Pero ninguna tan serena, tan desnuda como esta. No necesitaba más: solo estar. Escuchar. Sentir. Vivir ese momento suspendido entre cielo, mar y piedra.

Concha de Artedo no es una playa que se deja capturar al primer vistazo. No busca deslumbrar, sino conmover. No se trata de llegar, posar y marcharse, hay que dejarse llevar por el sendero, bajar sin prisas, con el alma despierta. Entonces —solo entonces— te regala lo que no cabe en una foto, una sensación profunda, íntima, que se queda contigo mucho después de haber regresado.

Aquí, cuando el sol se esconde, los recuerdos salen a pasear.

• Pasear por la senda costera que bordea los acantilados.
• Sentarse a escuchar el sonido único de las piedras bajo las olas.
• Disfrutar del atardecer envuelto en bruma, como una escena de película.
• Visitar el cercano pueblo de Cudillero, uno de los más bonitos de España.
• Subir al Mirador de la Garita, para vistas espectaculares del Cantábrico.

• Restaurante El Pescador (Cudillero): pescado fresco y fabada.
• La Taberna del Puerto: sidra escanciada y raciones mirando al mar.
• En temporada, en el chiringuito de la playa, puedes tomar algo al aire libre.

• Casona de La Paca (Cudillero): rural, acogedora, con encanto.
• Apartamentos rurales El Regueirón, a 5 minutos de la playa.
• Hotel Casa Prendes, en el corazón del casco antiguo de Cudillero.

Una ruta inolvidable por la costa asturiana:

Luarca – Cabo Busto – Ermita de la Regalina – Playa del Silencio – Cabo Vidío – Concha de Artedo – Cudillero

Un recorrido de paisajes salvajes, pueblos con alma y miradores donde el tiempo se detiene.