Si alguna vez soñaste con recorrer a lomos de tu moto los paisajes polvorientos del western más icónico del cine, hay una parada obligatoria en tu ruta: el Cementerio de Sad Hill. Sí, existe. Y no está en el Lejano Oeste… está en el corazón de Burgos, en el Valle de Mirandilla, muy cerca de Santo Domingo de Silos.

Bienvenido al lugar donde se rodó la escena más mítica de El Bueno, el Feo y el Malo. Aquí, en este valle rodeado de montañas y silencio, se disputaron el oro El Rubio (Clint Eastwood), Tuco (Eli Wallach) y Sentenza (Lee Van Cleef), en un duelo a tres que quedó grabado en la historia del cine como “el Triello”.

En 1966, el escenógrafo Carlo Simi diseñó este cementerio circular especialmente para la escena final de la película de Sergio Leone. Con ayuda de 250 soldados del ejército español, lo levantaron en apenas tres días: más de 5.000 tumbas de madera, dispuestas en círculos concéntricos, y una plazoleta central empedrada de 30 metros donde se desarrolló el duelo final con la música inmortal de Ennio Morricone de fondo.

Después del rodaje, Sad Hill quedó en el olvido. Durante décadas, la vegetación cubrió lo que alguna vez fue un decorado monumental. Hasta que en 2015, un grupo de apasionados cinéfilos, moteros y vecinos de la zona crearon la Asociación Cultural Sad Hill y decidieron devolverle la vida al lugar. A pico, pala y mucha ilusión, lo desenterraron piedra a piedra.

Hoy, el cementerio vuelve a ser lo que fue: un escenario mítico reconstruido con amor, sudor y memoria cinéfila. Y tú puedes visitarlo.

• Caminar sobre la plaza central, donde ocurrió el Triello.
• Leer los nombres en las lápidas: muchas están personalizadas por fans de todo el mundo.
• Visitar el monolito dedicado a Sergio Leone y Ennio Morricone.
• Sentarte en uno de los bancos de piedra, cerrar los ojos… y dejar que la música suene en tu mente.
• Hacerte una foto con tu moto en el escenario de uno de los duelos más famosos del cine.

Porque no es solo cine. Es historia compartida, memoria viva de una película que marcó a generaciones. Y porque fue recuperado gracias a la pasión de gente que, como tú y como yo, ama los viajes, las motos, el cine y las leyendas que se cuentan al calor del motor encendido y la carretera abierta.

Además, en 2016 se celebró aquí el 50 aniversario del rodaje, con proyecciones, conciertos y visitas internacionales. Todo esto fue recogido en el documental «Desenterrando Sad Hill», que puedes ver en Netflix. Te lo recomiendo antes o después de la visita. O mejor… las dos.

Sad Hill no es solo un cementerio de película. Es un lugar donde la ficción y la realidad se tocan, donde los paisajes burgaleses se convierten en escenario de leyenda. Un rincón mágico que todo amante del mototurismo, del cine y de las buenas historias debería visitar al menos una vez.

Así que ya sabes: si estás siguiendo la Ruta en moto “El Bueno, el Feo y el Malo”, haz una pausa, baja de la moto y camina entre las tumbas de Sad Hill.
El polvo, el silencio y el viento te dirán que has llegado al sitio correcto.