Subir al Monte Igeldo es como abrir una ventana al pasado mientras disfrutas de una de las mejores vistas de todo el norte de España. Esta montaña, situada al oeste de la Bahía de La Concha, no solo ofrece un paisaje de postal, sino también una experiencia cargada de historia, encanto y un toque vintage difícil de encontrar en otros rincones turísticos.

La aventura comienza en el funicular de Igeldo, en funcionamiento desde 1912. Subirte a este tren de madera con sus vagones originales es ya, de por sí, una experiencia. Ascender por la ladera mientras se va abriendo ante ti la bahía de San Sebastián es una de esas postales que se te quedan grabadas en la memoria para siempre. Si te gusta la estética retro, ¡este trayecto te encantará!

Al llegar arriba, te recibe el imponente edificio del antiguo casino, una joya arquitectónica construida a principios del siglo XX. Aunque hoy en día está reconvertido en hotel, aún se puede imaginar el esplendor de sus tiempos de gloria, cuando la aristocracia donostiarra se reunía allí para ver y ser vista.

Justo al lado, una de las sorpresas más encantadoras: el pequeño parque de atracciones de Igeldo. Abierto desde 1912, conserva su aire nostálgico con tiovivos, casas del terror y autos de choque. Lo mejor de todo: su mítica montaña rusa que bordea los acantilados y regala unas vistas sobre el mar que no tienen precio. Un plan perfecto si vas en familia o si te apetece volver a sentirte como un niño.

Desde la cima del monte, el mirador de Igeldo ofrece una vista panorámica espectacular sobre la ciudad: la playa de La Concha, la isla de Santa Clara, el casco antiguo y el monte Urgull. A cualquier hora del día es precioso, pero si puedes, sube al atardecer. Ver cómo el sol se esconde tras el Cantábrico tiñendo la ciudad de dorado es una experiencia mágica.