Durante mi visita a Baiona, un pueblo costero que rebosa mariscos por todas partes, decidí hacer algo distinto: dejar a un lado el mar y adentrarme en la cocina de tierra firme. Y ahí apareció El Corralito, un pequeño restaurante con alma casera que fue todo un hallazgo.

Ubicado en la Rua Ventura Misa, en pleno casco antiguo, este local rompe con lo habitual en la zona. En lugar de mariscos y pescados, aquí el protagonista es el pollo: empanado, relleno, en lasaña, en croquetas… ¡y todo delicioso!

Probé el cordon bleu de pollo, jugoso, crujiente por fuera y perfectamente fundido por dentro. Como entrante, unas croquetas caseras que me transportaron a la cocina de la abuela. Y para terminar, una tarta de queso que aún sueño con repetir. Todos los platos estaban cuidados y con ese sabor que solo se consigue cocinando con cariño.

El ambiente del local es acogedor, decorado con un estilo rústico y divertido que recuerda a un corral. Además, tienen una pequeña terraza exterior que es perfecta en los días soleados. El trato del personal fue otro de los puntos altos: cercano, amable y con recomendaciones honestas, como si te atendiera un amigo.

En cuanto al precio, me pareció muy razonable: alrededor de 10-15 euros por persona, lo que lo convierte en una opción perfecta si buscas comer bien sin gastar demasiado.

¿Lo recomiendo? Totalmente. Es una alternativa estupenda a la clásica marisquería, ideal para quienes quieren descubrir otro lado de la gastronomía gallega, donde también la tierra y el aire saben de fiesta.