






Un Espectáculo de Colores y Formas
Lo primero que te sorprenderá al entrar en la Gruta Iris es su atmósfera casi onírica. La luz se filtra a través de pequeños orificios y la caída del agua genera reflejos y arcoíris que parecen bailar sobre las paredes. Este fenómeno óptico fue lo que inspiró su nombre, evocando la figura mitológica de Iris, la diosa del arcoíris en la mitología griega.
Las estalactitas y estalagmitas que adornan el interior parecen esculpidas a mano, cada una con formas únicas que despiertan la imaginación. Es fácil perder la noción del tiempo observando cómo el agua sigue esculpiendo lentamente este tesoro natural, moldeando figuras que parecen cobrar vida ante tus ojos.
“Abrir a los ojos del arte la gruta del Iris, es algo más que descubrir un nuevo mundo porque es descubrir un nuevo cielo”

La Gruta Iris regala cada atardecer del verano a quienes se acercan un espectacular arcoíris que realza aún más el encanto de este sitio repleto de grutas, cascadas, lagos y bosques.
Son las finas gotas de agua pulverizadas desde la cascada Cola de Caballo. donde el río Piedra se lanza en una caída de 53 metros de altura, las que actúan como pequeños prismas al ser iluminadas por el sol, descomponiendo la luz en sus colores y creando un inmenso arcoíris suspendido en el aire.
El Descubrimiento de la Gruta Iris
Un Misterio Oculto Tras la Cascada
Juan Federico Muntadas Jornet, hijo del comprador del Monasterio de Piedra tras la desamortización de Mendizábal, fue un hombre de gran curiosidad y espíritu aventurero. Fascinado por el entorno natural del monasterio, Muntadas se dedicó a explorar cada rincón del parque. Un día, mientras paseaba por la zona, algo llamó su atención: unas palomas que entraban y salían de un pequeño agujero en un muro de piedra de más de 12 metros de altura, originado por la imponente cascada de la Cola de Caballo.
Intrigado por este comportamiento inusual, Muntadas decidió investigar más a fondo. Sin embargo, el acceso a la misteriosa cavidad era imposible debido a la fuerza del agua y la inaccesibilidad del lugar. Pero esto no detuvo a Muntadas, quien ideó un plan audaz para desvelar el secreto que el río Piedra guardaba tan celosamente.
Para explorar el agujero, Muntadas utilizó un método tan ingenioso como arriesgado, descolgó un tonel amarrado a unas cuerdas, en cuyo interior colocó a una persona que descendería lentamente por el muro hasta la abertura. Esta arriesgada maniobra permitió el acceso a la cavidad, revelando lo que hoy conocemos como la Gruta Iris.
Lo que encontraron dentro fue un auténtico tesoro natural, una gruta tallada por el paso milenario del agua, llena de estalactitas, estalagmitas y un juego de luces que creaban un ambiente mágico. El descubrimiento de la Gruta Iris no solo añadió un nuevo atractivo al Monasterio de Piedra, sino que también amplió la fama del lugar como un destino mototurístico de ensueño.

Gruta Iris
Una de las obras más sublimes y extraordinarias de la naturaleza.
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