
ESTO ES LO QUE PODRÁS VER EN TU VISITA
Aranjuez, un destino impregnado de historia y encanto, no deja de sorprender con sus tesoros ocultos más allá de su famoso palacio y sus exuberantes jardines. Entre estos rincones poco conocidos pero igualmente fascinantes, se encuentran dos joyas en el majestuoso Jardín del Príncipe, el cual ostenta el título de ser el jardín privado más extenso de Europa. Estos tesoros bien guardados son la Casa del Labrador, y el Museo de Falúas Reales. Hoy, me sumergiré en la experiencia de explorar este último, un tesoro histórico que nos transporta a los días de esplendor de la monarquía española en los ríos y estanques de los Sitios Reales. Esta colección única, nos ofrece una fascinante mirada a las aficiones náuticas de los reyes de España a lo largo de los siglos.
Entre las joyas que encontrarás en este museo monográfico, destacan seis impresionantes embarcaciones que son verdaderas obras maestras de la navegación fluvial. Cada una cuenta una historia única y refleja el lujo y la opulencia de la época real.

UNA RUTA A TRAVÉS DE LOS SIGLOS EN LAS AGUAS DE LA REALEZA
La góndola napolitana de Carlos II, con 17 metros de largo y 280 centímetros de ancho, es la más antigua de las embarcaciones de recreo conservadas por Patrimonio Nacional. Es la única que ha sobrevivido de la Casa de Austria y tiene un estilo barroco tardío. Está decorada con una elaborada talla dorada sobre fondo verde, aunque originalmente era negro como las góndolas venecianas. Fue restaurada en 1966 durante la intervención llevada a cabo en tiempos de Amadeo I y Alfonso XII, entre 1871 y 1876.

La proa muestra una sirena con el escudo real y en la popa hay un león alado con un cetro. El pabellón, sostenido por tritones y nereidas, tiene su techo calado rematado con la Fama y las armas reales de Carlos II. El friso entre la borda y la línea de flotación está adornado con figuras de nereidas, tritones, delfines y monstruos marinos, así como talla de follaje y flores.





La góndola fue encargada en 1683 por el entonces virrey de Nápoles, Gaspar de Haro y Guzmán, marqués de Heliche y del Carpio. Fue enviada al Buen Retiro en 1688, junto con otras embarcaciones y decoraciones escultóricas. La góndola se trasladó a La Granja de San Ildefonso en 1724 como regalo de Luis I a su padre Felipe V y estuvo allí hasta 1966, cuando fue llevada al Museo de Falúas Reales en Aranjuez.


Las falúas reales eran más que simples barcos, eran símbolos de poder y riqueza.
Construidas con materiales finos y adornos exquisitos, representaban la grandeza de la monarquía española.
Con 11.5 metros de longitud y propulsada por 14 remos, esta falúa es la única que se conserva de la flota de Carlos IV, que comenzó en Aranjuez durante sus años como Príncipe de Asturias. A lo largo del tiempo se agregaron otras embarcaciones, como la llamada falúa real de Aranjuez, pintada por Vicente Gómez en 1790.

La falúa, construida en Cartagena en los primeros años del siglo XIX, destaca por su decoración pintada, que en un principio se atribuyó erróneamente a Mariano Salvador Maella. Las pinturas adornan el casco y el respaldo de los asientos, mostrando motivos vegetales, escudos y símbolos de la Majestad española.

Fue decorada con los escudos de todas las provincias españolas en su línea de flotación.
La escultura tallada y dorada se distribuye en la proa, los ángulos del pabellón y la popa. Destacan figuras como la de un amorcillo sosteniendo una alabarda en la proa y la cabeza de Medusa en la popa, junto al escudo de armas policromado. Otras tallas decorativas, como puntas de flecha y veneras, se encuentran dispersas por el casco.



Esta falúa fue un encargo del rey Fernando VII
como regalo para su segunda mujer,
Isabel de Braganza. Se llama Falúa de María
Cristina porque era la favorita de María Cristina de Borbón, cuarta mujer de este rey.
Durante los siglos XVIII y XIX, los Reyes y Reinas disfrutaban de su tiempo libre navegando por el río Tajo y un estanque conocido como el Mar de Ontígola. Este pasatiempo tan querido dio lugar a la creación de una impresionante colección de embarcaciones de recreo, conocida como la «Escuadra del Tajo». Con cinco falúas y dieciséis botes, entre los que destacan algunos con formas extravagantes como un ciervo y un pavo real, esta colección fue encargada por los monarcas Felipe V y Fernando VI para deleitarse con los paseos musicales compuestos por Carlo Brochi Farinelli.
La falúa de Isabel II es una embarcación de cabotaje de José Tuduri de la Torre, dedicada por «MAHON A SU REINA», con el escudo de la ciudad en la parte trasera. Tiene catorce remos, y el pabellón y el asiento están decorados con damasco amarillo. El respaldo del asiento presenta los Dos Mundos con las Columnas de Hércules y el Plus Ultra, bajo una corona real.




Durante el reinado de Isabel II, se construyó en Ferrol en 1859 una canoa en madera de caoba con refuerzos de bronce dorado. Esta barca fue utilizada por su hijo Alfonso XII en la «REAL CASA DE CAMPO / AÑO 1881», como indica una placa de bronce en la parte trasera.

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El Museo de las Falúas Reales esta situado en un edificio construido en 1963-1964 en el Jardín del Príncipe en las cercanías del Embarcadero Real y sus pabellones.

ENTORNO
El Jardín del Príncipe se encuentra al noreste del Palacio, siendo el jardín privado más extenso de Europa, con 150 hectáreas, y destaca por su riqueza botánica.
Dirección:
Calle de la Reina s/n, (dentro del Jardín del Príncipe)
28300 Aranjuez, Madrid (Comunidad de Madrid)
Aparcamiento:
Gratuito.
En la entrada al Palacio Real de Aranjuez está incluida la visita al Museo de Falúas
Tarifa básica 9 €
Tarifa reducida 4 €
Tarifa gratuita 0 €
Los miércoles y domingos de 15:00 a 18:00 h, entrada gratuita para ciudadanos de la Unión Europea, residentes y portadores permiso de trabajo en dicho ámbito y ciudadanos iberoamericanos, previa acreditación de nacionalidad.